
De vuelta en el magíster, exprimiendo las neuronas de 6:30 a 9:30 de la noche, tres veces por semana. “Es una inversión”, me repito, inhalando y exhalando, todas las veces que me sacan las películas de cartelera antes de tener tiempo para ir al cine y cuando debo rechazar las invitaciones de café, salidas o juntas con mis amigas porque tengo clases o mucho que estudiar.
Estamos en clases de Derecho Internacional. Yo miro por la ventana hacia fuera, pensando en lo contenta que me tiene la llegada del otoño, mientras la profesora habla de los diferentes tipos de derecho que existen.
Mientras la profesora explicaba que el derecho provoca siempre la existencia de un deber, y que no puede existir uno sin el otro, me puse a pensar en los derechos y deberes que uno tiene en una relación.
Siempre he creído que de acuerdo al tipo de relación que uno tenga, posee ciertos derechos o deberes inherentes, dependiendo del mayor o menor grado de compromiso.
Por ejemplo, si uno está saliendo con alguien, no tiene el derecho de llamar a cualquier hora para saber cómo está el otro, y por lo tanto el otro no tiene ese deber. El derecho únicamente se da en este caso para acordar citas, salidas a bailar o al cine o para alguna comunicación específica. Si uno quiere más derechos, debe estar dispuesto a mayor grado de compromiso.
Por otra parte, si uno está pololeando, sí tiene el derecho de llamar para decir “estaba pensando en ti y quise saber cómo estabas”, y para ser honesta, uno desea que el otro lo entienda como un deber.
Puede sonar ridículo pero creo firmemente en eso. El cambio de status en una relación implica inmediatamente la adquisición de derechos y deberes distintos al estadio anterior.
Por eso, le he parado el carro a más de algún andante que se ha puesto demasiado romántico o controlador sin intenciones de tener una relación más seria, como también al pololo que se relajó y no hizo uso de sus derechos y deberes.
Por el momento, no soy sujeto de derecho en relación de nadie. …lo que también tiene aparejado una serie de derechos y deberes conmigo misma, todos los que ejerzo feliz y constantemente.