
Juntándonos
Bajo la escalera del metro y lo primero que veo son unas converse negras, arriba de las cuales van apareciendo sucesivamente un jeans azul muy oscuro bastante fashion, una camisa negra con líneas blancas verticales, y una chaqueta de terciopelo negra.
Pensé que con esa pinta se parecía bastante a Jamie Cullum
“Pucha el pendejo rico”, pensé.
Segundo acto
Sentados en el bar
-¿Me puedo quedar en tu casa? Es que no tengo como volver a la mía (con cara del gato de Shrek)
-No, es que no tengo como recibirte, mi sillón es chico y en mi depto no hay nada como para que aloje otra persona más (mentira, pero nadie puede pedirte quedarse en tu casa la segunda vez que lo ves)
-Porfa, si no va a pasar nada que tú no quieras, me voy a portar como un caballero
-No, en serio (por supuesto que no va a pasar nada que yo no quiera, como que te quedes en mi depto….media novedad…)
-Entonces me voy a tener que quedar en un hotel o en un motel en el centro….podría pedir una pieza con dos camas y te quedas conmigo
-No, porque mañana trabajo, tengo que descansar, no puedo andar trasnochada y tú tampoco, tenemos que ser responsables (todo lo que es invocando al adulto responsable que llevamos dentro para zafarme de la insistencia de este tipo)
-Pucha. Entonces tengo que volver en taxi a mi casa y no me queda mucha plata
-A ver….yo cacho unos radiotaxis que son baratos, te doy el número
-¿Puedes llamar tú? Es que no tengo plata en el celular
-Ok (Plop! Como tanto….)
En esta parte, saqué mi celular, llamé al radiotaxi que usaba cuando trabajaba en lo de producción de fotos de modelos (para algo que me haya servido la experiencia…) y quedó de pasar a buscarlo en una hora.
Tercer y último acto
Saliendo del local y llegando al radiotaxi
-Eres demasiado linda, me encantas y me la voy a jugar por ti, porque seamos pareja, porque quiero conocerte más y estar contigo todo el rato. ¿Cuándo nos vemos de nuevo?
-No sé, tenemos que ponernos de acuerdo (no creo que nos veamos de nuevo, little Jamie Cullum)
-Bueno, yo te llamo. ¿Segura que no quieres que te pase a dejar primero?
-No gracias, vivo acá al lado y puedo caminar (no quiero que sepas donde vivo, así hay menos posibilidad de que me vayas a hacer un atado)
-Ok, pero cuidate
En esta parte Jamie me dio un beso apasionado, y yo le pasé el chaleco que le había prestado tan gentilmente a mi amiga Ale, y le di sus agradecimientos. Él se subió al radiotaxi y se fue.
Yo caminé despacio y con algo de frío rumbo a mi casa, y me sentí contenta, extrañamente poderosa, con la capacidad de haber solucionado en un dos por tres la situación que tenía delante. Esa es la diferencia entre él y yo. No me dio pena, ni lata por él y su cerro de buenas intenciones que no van a llegar a ningún lado. En todo caso, ¿Por qué habría de sentirme mal? Él tiene su chaleco, y yo me fui con mi beso. Estamos a mano.