¿Por qué llegamos a pensar –también yo -, que el “te llamo pero no te llamo” está bien, que el “no sé lo que siento” es válido, y que el “no estoy listo para una relación” es una postura honesta de quien expresa su punto de vista, y no una celosía detrás de la que se esconde un cobarde (o una, en femenino) que no quiere admitir que simplemente, no ama, algo que es normal y perfectamente posible, pero que es una deslealtad no conversar abiertamente?
¿Y por qué nos sorprendemos tanto –o me sorprendo yo, ahora-, con mensajes de texto que me despiertan con besos de buenos días cada mañana, y que llegan a mi celular justo a la hora en la que suena mi alarma, o con muestras de cariño pequeñas, contundentes y cotidianas llegadas con regularidad y por correo certificado desde el otro lado del mundo?
Le dije al alemán que estaba feliz, encantada y sorprendida por la manera tan abierta y directa en la que me ha hecho saber que está enamorado, porque en mi cabeza, los alemanes eran gente más fría e impersonal, y me contestó con una verdad que me dejó pensando en todo esto: “Si no te lo digo y no te lo muestro, tú no sabrías que te amo, y yo quiero que lo sepas todos los días”.
Eso es todo. No podemos ni tenemos por qué conformarnos con menos.
5 comentarios:
Paris je t´aime.
¡Yo QUIERO eso!
que rico seria tener algo parecido ...
Eso es lo maravilloso... que en tu nueva relación existan cosas que marquen la diferencia como corresponde. Por algo lo elegiste y no te quedaste con un picante chileno, ¿no crees?
Y yo me pregunto... ¿a dónde va el amor que no expresamos? ¿Vive realmente o le matamos antes de que llegue a convertirse en algo?
Publicar un comentario