
Mi pasaje sólo de ida ya tiene fecha: dentro de 8 semanas.
Tengo 8 semanas para despedirme de la gente que quiero y de la ciudad donde he vivido toda mi vida. De hecho, esquemática como soy, tengo una especie de lista de las cosas que tengo que hacer en estas 8 semanas:
- Visitar a tíos y abuelos que no veo hace tiempo
- Juntarme todo lo que pueda con mis amigas, esas hermanas que uno ha elegido en la vida y que seguirán en la mía para siempre
- Caminar un domingo sola por la ciudad, para llenarme la piel del invierno de Santiago
- Quedarme un fin de semana en cama con mi hermana, viendo tele y comiendo cochinadas
- Salir a bailar tango con mi mamá, y pagarle sus tragos. Idealmente, volver ambas algo ebrias a la casa.
- Comer toda la palta y el pescado que pueda. De las cosas que me gustan, es lo único que o no es de buena calidad, o es exorbitantemente caro en Alemania.
- Vivir el aquí y el ahora.
- Organizar una despedida apoteósica, con comida rica, mucha gente, vino y vodka , mucho baile y abrazos de todos. Los buenos deseos de los que quiero son mi combustible.
Ayer le dije al rucio que sé que esta etapa de mi vida va a ser compleja, que nadie nunca me dijo que vivir fuera del país era fácil, pero creo que si uno lo entiende de antemano, carga baterías antes de partir y le pone el corazón al asunto, nada puede salir mal.
8 semanas. 8 semanas y contando…
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