viernes, 30 de marzo de 2007

Tres al hilo

Toda esta semana, movida por el clima frío y casi lluvioso que hemos tenido en Santiago, he estado saliendo del trabajo y dirigiéndome inmediatamente a mi casa. Al llegar, preparo una once rica, me pongo pijama, y me meto a la cama a ver películas: Todo lo que es el panorama casero.
¿Será la edad?, me pregunto, o será que simplemente el clima frío y la cantidad de películas que se me había acumulado en la lista de “las copié pero no las he visto” ya era demasiado indecente para una cinéfila que se preciara de tal, hacía imprescindible tomar cartas al respecto, y destinar algo de mi tiempo, entre sábanas tibias, a disfrutar del cine.
Vi, por ejemplo, mi película yeta: Ciudad de Dios, excelente, innovadora y con buenas cámaras, pero en medio de la cual siempre me quedaba dormida. Debo decir que el final es maestro. Además vi Una verdad incómoda, de Al Gore. Tal vez porque tenía demasiadas expectativas, la encontré audiovisualmente plana, aunque el contenido era interesante.
Pero anoche me excedí. Vi tres películas absolutamente disímiles: Snatch, Irreversible y El Graduado.
De Snatch debo decir que cada vez que la veo le encuentro algo nuevo, algo interesante de lo que no me había percatado antes, además de que vuelvo a asombrarme con la ductilidad actoral de Brad Pitt, que encarna un gitano a quien no se le entiende nada al hablar.
Irreversible nunca la había visto (Era una de las de la lista “la copié pero no la he visto”) y me pareció notable, postmoderna, cruda, casi documental, con excelentes cámaras y una historia real, desgarradora, y llena de frases para el bronce (Mi favorita es “las premoniciones no modifican el curso de los acontecimientos”).
El Graduado me encanta porque el personaje de Dustin Hoffman logra sacarme de quicio: un veinteañero tímido, incapaz de tomar las riendas de su vida y dudando incluso hasta para respirar, versus una Ms. Robinson madura, inteligente, segura de sí misma y que no da puntada sin hilo. El final es notable, creo que de las mejores escenas del cine: El tímido Hoffman robándose de la Iglesia a Elaine, la hija de Ms Robinson de quien finalmente se enamora, y luchando, con una cruz en mano cual Anticristo, contra los parientes de la joven, que tratan de hacer que ella se quede.
Realmente un exceso, pero en fin, puedo decir que después de esta semana de frío y cine dejé mi lista de pendientes en cero.

jueves, 29 de marzo de 2007

Suerte

Después de todo, soy una persona afortunada. Es decir, tengo momentos de mucha fortuna y otros de no tanta, pero como soy “recalcitrantemente optimista”, según me han descrito algunos amigos, me quedo siempre con lo bueno.
Por ejemplo, ¿a cuántas personas le han regalado una Virgencita en una disco, el día de su cumpleaños?, ¿o a cuántas las ha perseguido un desconocido luego de cortar una flor en la vereda, diciendo “oye, eres demasiado linda, porfa dame tu teléfono” y ofreciendo la flor de regalo? (ojo que el tipo estaba sobrio, era un lunes en la mañana…acepté la flor pero no le di el teléfono)
¿Cuánta gente ha estudiado becada su educación superior? (OK, no es solo suerte, también es seso, pero la suerte es un factor gravitante también, pues uno puede ser muy bueno, pero no sabe cómo serán los “rivales”)
¿Cuántas personas pueden decir que han amado intensamente, y que aunque la relación haya terminado, mantener los buenos recuerdos de la pareja y quedarse con el lado positivo? ¿Cuántos son capaces de sufrir por amor pero de recuperarse en poco tiempo, y de no andar por la vida haciendo pagar a otros los platos rotos?
¿Cuántos de los que conocen se van y se vuelven caminando al trabajo, y almuerzan en su casa, incluido un chapuzón en la piscina durante el verano?
¿Ven? Soy una suertuda. Comparto la teoría de la rueda de Boecio, que dice que si estamos arriba, en la cresta de la ola, estaremos también abajo, así que no hay que pensar que todo es eterno, porque también cuando estamos abajo debemos pensar que subiremos. Por eso mismo, disfruto mis alzas y me tomo cada vez con más Andina y cabeza fría las bajas-que no han sido pocas-.
Si me preguntan, en este preciso minuto de mi vida, estoy en la curva ascendente.

martes, 27 de marzo de 2007

Un cumpleaños genial

Todo salió perfecto. No faltó nada, llegó gente a la que no veía hace años, literalmente, y con la que he retomado contacto fluido hace poco. Llegaron los amigos de siempre, los que nunca faltan pese a las peleas y problemas que pueda haber en el camino. Vinieron también los amigos nuevos, los que hace poco están en mi vida pero que sin duda han llegado para quedarse. Llegaron los buenos conocidos, las amigas con pololos nuevos (todo lo que es la presentación en sociedad), y en suma, toda la gente que me quiere y que quiso estar conmigo. Y sí, contra todos mis pronósticos, llegó él también.
Todo estuvo estupendo: las brochetas estuvieron geniales, no faltó comida ni bebida y todos alabaron la torta que fue el regalo de una de mis amigas. Los presentes, mención a parte. Siempre me sorprendo de lo mucho que me conoce la gente que me rodea, pues todo fue muy de mi gusto. Incluso, me llegó una docena de rosas rojas en caja, de esas que todas queremos recibir alguna vez pero que yo, al menos, nunca había tenido.
Al momento del Cumpleaños Feliz, siempre me da una cosita en la guata, con la luz apagada y las velas delante de mí, y todos alrededor, cantando. Siempre pienso que tengo que ser super consciente de ese momento, porque no se repetirá hasta dentro de un año, así que me lo disfruto a concho, y este año no fue distinto.
De verdad, hace mucho tiempo que no reunía a tanta gente especial para mí en el mismo lugar y al mismo tiempo, y eso hizo que este cumpleaños fuera realmente genial.

lunes, 26 de marzo de 2007

De frente con mi ex/Virgencita de los Rayos/27 años

Esta entrada tiene 3 partes. La primera de ellas sucedió el sábado en la noche, cuando con una amiga partimos a una discoteca capitalina a celebrar por anticipado mi cumpleaños.
Como era menester, fui ataviada con una corona que indicaba mi status de cumpleañera, la que causó admiración entre los concurrentes, en su mayoría gays. Yo estaba feliz porque todos me preguntaban qué onda y yo les decía “es que estoy de cumpleaños”.

De frente con mi ex
En eso estaba, entre saludos y abrazos con desconocidos, cuando me dieron ganas de una mineral. Voy camino al bar tan despreocupada como siempre, cuando ahí, de sopetón, en frente mío, a menos de 50 centímetros, Jorge, mi ex.
Sobre él un párrafo: nos conocimos en esa misma discotheque, casi un año atrás, nos amamos locamente desde el primer momento, estuvimos juntos un mes, y lo pillé en la cama con su ex. A la mañana siguiente, y presa de una náusea como nunca la había tenido, me levanté a las 5 am a limpiar todo mi departamento porque olía a él. Me dolió hasta el alma paro ya lo superé.
Y ahí estaba, regio, con sus lentes de montura oscura, y acompañado de una tipa que probablemente se su polola, porque tampoco era su ex.
Yo ya iba caminando y peor habría sido quedarme parada, así que seguí y pasé por entremedio de ellos, que era el camino natural a seguir, nada de malas intenciones.
Después, con la mineral en la mano, miré un rato a la parejita bailando.
“No puedo ser tan tóxica y quedarme aquí mirando como se divierten, me dije”, así que me fui a la otra sala.

La virgencita de los rayos
A mí siempre me pasan cosas dignas de teleserie, extraordinarias y que no le pasan al común de los mortales, y acá va otra.
Venía de la otra sala, y acababa de dejar de mirar a Jorge y su actual polola bailar despreocupadamente, cuando una pareja de gays se acercan, atraídos por mi corona, y preguntan qué onda.
-Es que estoy de cumpleaños
-Feliz cumpleaños!!-exclaman los dos al unísono
Uno de ellos abre su banano y me dice “te voy a regalar algo, yo no sé si eres creyente o no, pero a mí me llegó mucho cuando me lo regalaron, y me ha ayudado harto. Es la virgencita de los rayos. –y me pasó una medalla de plata, como del porte de una moneda de 50 pesos, con una imagen religiosa-Tienes que ponerla en la billetera, donde tengas la plata, y nunca te va a faltar”.
Yo, que no soy creyente, quedé helada. Eso era, por lo menos, una señal, porque joder! Nadie te regala una virgencita en la disco gay más popular de Santiago! Pero no, ahí estaba él dándome su virgen de los rayos, a mí, una perfecta y coronada desconocida, que justo acababa de quedar nariz con nariz con su ex a penas cinco minutos antes. Era sin duda una señal de que todo iba a estar bien, y de que no tengo que mirar atrás.

27 años
Hoy estoy de cumpleaños. Cumplo 27. Todo el mundo me ha saludado e incluso gente que jamás creí que se acordaría me envió una tarjeta virtual y un saludo. A la noche tengo una celebración con los más amigos en mi casa, y me hace mucha ilusión estar con todos. Estoy contenta, y siento que este año va a ser top. Así lo creo y así me lo dice, entre otras cosas, la virgencita de los rayos.

viernes, 23 de marzo de 2007

Happy Birthday to me


Ayer me junté con una amiga que me dijo algo que me dejó pensando. Pese a que no es muy cercana a mí, porque estudia fuera de Chile, me contó que le gusta que nos juntemos cuando viene, porque soy una de las pocas personas que conoce que lo pasa bien estando sola, sin pareja.
Eso es cierto, pero uno también pasa por momentos. Puede ser porque estoy cerca de mi cumpleaños, el que sumando y restando, nunca he pasado sola. Siempre ha habido un pololo, un amigo con ventaja o un proyecto seriamente encaminado que ha sostenido para mí la torta con las velitas mientras todos cantan Cumpleaños Feliz, o que me ha sacado a comer, al cine o me ha regalado algo lindo ese día.
Puede ser por eso, pero súbitamente ayer, mientras mi amiga me decía eso, me bajaron unas repentinas ganas de estabilidad. Ganas de regaloneo soñoliento el sábado en la mañana, de desayuno en la cama, de la cotidianeidad de las salidas juntos, sin que tengamos que decirle “citas”. Ganas de salir a tomar un café sin esperar que te paguen la cuenta, de llamar a cualquier hora sin pensar en que el otro es el que tiene que llamar primero, ganas de que cuando te inviten a algún lado decir “vamos a ver si podemos ir”, en lugar de hablar en singular.
No estoy triste, pero me dieron muchas ganas de todo eso, porque este, mi cumpleaños número 27, será el primero en mucho- demasiado – tiempo en el que no tendré a nadie para la celebración especial. Espero que este sentimiento me dure poco, o que el tipo que bien podría convertirse en algo más que un amigo lejano, y al que podría decirse que le eché el ojo, se decida a invitarme a salir. Lo que pase primero estará bien, y que según todo lo que me conozco, me atrevería a apostar que será lo primero.

viernes, 9 de marzo de 2007

Rabia

Tengo rabia. Rabia porque siempre me pasan historias increíbles que terminan mal. No puedo tener relaciones más o menos normales, que resulten más o menos bien y que duren un tiempo más o menos digno. No, tienen que ser cosas rimbombantes, llenas de pasión y que duran, como dice Sabina, “lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks”.
Tengo rabia porque siempre los tipos más increíbles con los que he estado son precisamente los que se mandan las cagadas más grandes.
Tengo rabia porque tampoco he sabido ser condescendiente con los menos buenos que se mandaron cagadas menos grandes, y porque siempre puedo cortar por lo sano y dejar la relación en lugar de seducirme con una disculpa y una reconciliación, con la que habría elegido algo de felicidad efímera e incertidumbre el resto del tiempo.
Esa felicidad es efímera pero real, de besos, abrazos y caricias reales, concretas, no como mi sensación del todo intangible de haber hecho lo que tenía que hacer.
Tengo rabia de ser tan fuerte y de poder aguantar perfectamente este tipo de cosas. “Eres una mujer super fuerte y lo vas a superar”, me dice todo el mundo, y claro, es cierto, pero de todos modos tengo rabia por la debilidad que no tengo, y que me permitiría haber cambiado varias veces en la vida esa sensación de haber hecho lo correcto por haber continuado una relación de 90% incertidumbre y 10% de felicidad.
Tengo rabia, porque la estadística de mi vida indica que no tendré otra relación de una importancia relativa hasta dentro de un año. ¡Un año! Y sigo rabiando, por la fortaleza, por la incapacidad de tener relaciones que no sean dignas de guión de teleserie, por el tipo de relación que quiero y no he encontrado, y porque sé que todos tienen razón, y que soy perfectamente capaz de superarlo y de intentarlo de nuevo. Tengo rabia por todo.

lunes, 5 de marzo de 2007

Un ex más...


La última vez que pasé por esto-casi exactamente un año atrás-, me levanté a las 5 de la mañana, en medio de una nausea general, a limpiar todo mi departamento porque olía a él. Esta vez sólo eché a lavar mi cubrecamas, a una hora bastante más prudente, por el mismo motivo.
La cosa venía mal, un ataque de celos injustificados ya había sido conversado y habíamos quedado en seguir, pero la verdad, no puedo aguantar dos, ni menos en una semana.
Así que pasó lo que tenía que pasar, lo que según Prometeo indicaba la lógica: Ya no estoy con Bowie.

Según todos, era demasiado diferente a mí, con pocas cosas en común y eso tarde o temprano iba a pesar. En estas cosas, mejor temprano que tarde, digo yo.
Cuando le dije que quería dejar lo nuestro hasta ahí, le dio pena, me dijo que se había portado como un idiota, que todo era su culpa y me pidió una nueva oportunidad. Pero no pude dársela, porque creo que uno no puede retomar una relación que se vició en tan poco tiempo y que ya no tiene sentido, porque él claramente quiere a alguien más acostumbrada al control de su pareja, y yo quiero a alguien capaz de confiar en mí. Por menos, no me interesa dejar la soltería.
No puedo negar que tengo pena, más que mal, sí quiero a Bowie, pero estar con alguien que va a hacer escenas de celos día por medio es algo que trasciende el cariño, incluso el más fuerte.
Él también está triste, sobre todo porque sabe que la cagó, pero confío en que es ariano como yo, y que sabe pararse luego de los golpes y de las caídas que todos tenemos a veces.
Así que acá estoy de nuevo, con otro nombre para engrosar la lista de los ex, con un par de lecciones aprendidas y la mejor disposición par lo que venga.

viernes, 2 de marzo de 2007

Celos


¿Seré yo la pava, la que no pesca situaciones en las que otras personas se pondrían celosas, y harían escándalos?¿Por eso no puedo entender los ataques de celos de los otros? ¿Tal vez por eso me han engañado un buen par de veces en la vida?
¿O será él el exagerado, que sobrerreacciona con algo que no es para nada terrible ?
Lo que pasa es que yo no estoy acostumbrada a estas cosas, y a Bowie al parecer el parecen del todo normales, o por lo menos, para nada extrañas.
Fui víctima de un ataque de celos y blancos de las sospechas de infidelidad más gratuitas e infundadas de la tierra. La historia da igual, lo que importa es que casi terminamos, pero nos reconciliamos después de una conversación en la que quedó clara que otro escándalo más y chao.
Como yo no soy celosa, este tipo de sospechas y torneras me cuesta entenderlas. Para mí, si uno está con alguien es porque eso es lo que quiere, y por lo mismo, si tuviera la intención de andar besuqueándome con cuanto amigo tenga (como todos hemos hecho un par de veces en la vida), no estaría con él, no me habría metido en una relación que tuviera como deber la fidelidad, como es el pololeo.
Pero a él no le parece así, le bastó una situación que desde los datos que manejaba (el 50% de la historia) le pareció sospechosa, para pasarse el rollo completo, en Dolby 5.1, con subwoofer, en colores y 3D.
La pelea fue desagradable, y tan gratuita como no había tenido otra en mi vida. Después hablamos y nos reconciliamos, básicamente, porque quiero ver si este fue un ataque aislado o es una conducta sistemática en su persona, lo que de verdad no estoy dispuesta a aguantar esta última opción, porque me complica.
Si me preguntan, este exabrupto también melló mi interés en él. Esta relación ha sido como una campana Gaussiana, con un inicio bajo, una subida alta, una meseta estable y luego una caída. Esta última estuvo marcada por su ataque de celos.
Porque yo me pregunto, qué saco con estar con alguien interesante, simpático, tierno y encantador, que es capaz de montar un ataque de celos ante una provocación que a mí no me parece tal, aunque después me pida disculpas y me haga regalitos de reconciliación.
Lo que pasó fue que subí el puente levadizo por un rato. Estaba dejándolo entrar a mi círculo más íntimo, pero no quiero por ahora continuar ese proceso, porque creo que debe hacer mérito y que yo debo tener ganas de nuevo de dejarlo entrar, no seguir en eso por que sí, sino cuando esté convencida.
….Aunque también puede que no me convenza…