martes, 29 de mayo de 2007

Despachando a Jamie Cullum en tres actos

Primer acto
Juntándonos

Bajo la escalera del metro y lo primero que veo son unas converse negras, arriba de las cuales van apareciendo sucesivamente un jeans azul muy oscuro bastante fashion, una camisa negra con líneas blancas verticales, y una chaqueta de terciopelo negra.
Pensé que con esa pinta se parecía bastante a Jamie Cullum
“Pucha el pendejo rico”, pensé.

Segundo acto
Sentados en el bar

-¿Me puedo quedar en tu casa? Es que no tengo como volver a la mía (con cara del gato de Shrek)
-No, es que no tengo como recibirte, mi sillón es chico y en mi depto no hay nada como para que aloje otra persona más (mentira, pero nadie puede pedirte quedarse en tu casa la segunda vez que lo ves)
-Porfa, si no va a pasar nada que tú no quieras, me voy a portar como un caballero
-No, en serio (por supuesto que no va a pasar nada que yo no quiera, como que te quedes en mi depto….media novedad…)
-Entonces me voy a tener que quedar en un hotel o en un motel en el centro….podría pedir una pieza con dos camas y te quedas conmigo
-No, porque mañana trabajo, tengo que descansar, no puedo andar trasnochada y tú tampoco, tenemos que ser responsables (todo lo que es invocando al adulto responsable que llevamos dentro para zafarme de la insistencia de este tipo)
-Pucha. Entonces tengo que volver en taxi a mi casa y no me queda mucha plata
-A ver….yo cacho unos radiotaxis que son baratos, te doy el número
-¿Puedes llamar tú? Es que no tengo plata en el celular
-Ok (Plop! Como tanto….)
En esta parte, saqué mi celular, llamé al radiotaxi que usaba cuando trabajaba en lo de producción de fotos de modelos (para algo que me haya servido la experiencia…) y quedó de pasar a buscarlo en una hora.

Tercer y último acto
Saliendo del local y llegando al radiotaxi

-Eres demasiado linda, me encantas y me la voy a jugar por ti, porque seamos pareja, porque quiero conocerte más y estar contigo todo el rato. ¿Cuándo nos vemos de nuevo?
-No sé, tenemos que ponernos de acuerdo (no creo que nos veamos de nuevo, little Jamie Cullum)
-Bueno, yo te llamo. ¿Segura que no quieres que te pase a dejar primero?
-No gracias, vivo acá al lado y puedo caminar (no quiero que sepas donde vivo, así hay menos posibilidad de que me vayas a hacer un atado)
-Ok, pero cuidate
En esta parte Jamie me dio un beso apasionado, y yo le pasé el chaleco que le había prestado tan gentilmente a mi amiga Ale, y le di sus agradecimientos. Él se subió al radiotaxi y se fue.
Yo caminé despacio y con algo de frío rumbo a mi casa, y me sentí contenta, extrañamente poderosa, con la capacidad de haber solucionado en un dos por tres la situación que tenía delante. Esa es la diferencia entre él y yo. No me dio pena, ni lata por él y su cerro de buenas intenciones que no van a llegar a ningún lado. En todo caso, ¿Por qué habría de sentirme mal? Él tiene su chaleco, y yo me fui con mi beso. Estamos a mano.

lunes, 28 de mayo de 2007

14 millones

Ante mis ojos incrédulos, abrió su billetera y me mostró el carnet. La cifra empezaba con 14 millones. Si no lo hubiera visto, no lo habría creído. Es cierto, tenía cara de menor, pero su cuerpo no me hablaba de menos de 28 años, aunque tenía 4 menos.
Debo hacer una descripción somera: guapo, pelo cortito, buen cuerpo (más musculoso y apretado de lo que suelen gustarme, pero dentro de los límites normales), y excelente bailarían.
Llevábamos rato cruzando miradas en la disco. Yo bailaba con otro y él hacía lo propio con una chica que a cada momento trataba de colgarse de su cuello…. las miradas iban y venían, hasta que me hizo un gesto inequívoco de “te veo en el bar”, se despidió de la niña-collar y se encaminó a la barra seguido por mí.
Hablamos un rato, nos tomamos un vodka y me preguntó que edad tenía. No creyó mis 27 abriles, del mismo modo que yo no me podía convencer de sus 24 poco representados años.
Quedó encantado conmigo, o por lo menos encantado de que una tipa 3 años mayor lo hubiera pescado. Se portó como un príncipe porque mi amiga Ale perdió su parka en la disco (se la robaron, en estricto rigor), y él le pasó su chaleco para que no pasara frío. Hoy nos juntaremos para devolverselo, pero por muy guapo que sea, la historia terminará ahí….ya saben lo que le pasa al que duerme con niños…

miércoles, 23 de mayo de 2007

Si no fuera lo que soy

Atendiendo a la moda de los meme de mis amigas Paula y Ale, me lanzo en la aventura de responder este cuestionario, acerca de qué sería si no fuera lo que soy.
Si fuera un mes: Julio, porque adoro el invierno. Nada mejor que la lluvia, el frío, las parkas, abrigos, bufandas, botas y ropa abrigada, para salir a caminar al parque con los árboles sin hojas y con el viento frío en la cara.
Si fuera un día de la semana: Sería un sábado. Nada mejor que levantarse tarde, no tener demasiado que hacer y la posibilidad de salir o hacer algo entretenido en la noche.
Si fuera un planeta: La tierra, completamente azul
Si fuera una hora del día: Cualquier hora de la mañana.
Si fuera una bebida: Un Montes Alpha Malbec 2006. Sublime.
Si fuera un instrumento musical: Un violín, de todas maneras. Su sonido pasa desde la tristeza absoluta a la alegría más grande.
Si fuera una fruta: Una frutilla, con algo de dulce y de ácido.
Si fuera un sabor: Ácido, de todas maneras. Me encanta esa sensación en la mandíbula que da cuando uno come algo ácido.
Si fuera un postre: Pie de limón
Si fuera una comida: Arroz con guiso de zapallos italianos y pollo, me encanta! Si no, un buen plato de porotos con tallarines
Si fuera una parte del cuerpo: La punta de la lengua. Lejos la parte más entretenida, capaz de dar besos y captar todos los sabores.
Si fuera un CD: A Flor de Piel, de Martirio, una española que canta flamenco. Adoro ese fuerza de la música española, desgarradora, potente y feroz.
Si fuera una canción: 19 días y 500 noches, de Joaquín Sabina, mi canción favorita. Adoro a Sabina y me identifico demasiado con aquella parte que dice “siempre tuvo la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta”.Si fuera una asignatura: Teoría de la Comunicación, o algo relacionado a Ciencias Políticas.
Si fuera un deporte: Mmmmm, soy poco deportiva, pero me gustan mucho las carreras de autos.
Si fuera un número: El 9, mi número favorito. De hecho, vivo en el piso 9 de un edificio, y me pareció una tremenda coincidencia que cuando compré mi depto, el único del modelo que me gustaba quedaba en ese piso.
Si fuera una edad: En general, los años impares, son en los que mejor lo he pasado, sobre todo los 23 y los 25…aunque ahora los 27 también están siendo increíbles
Si fuera un color: Azul
Si fuera una ciudad: Valdivia, por supuesto. Amo esa ciudad y cada cierto tiempo, 6 meses más o menos, tengo que volver.
Si fuera una película: Oscilo entre Love Actually, La Sociedad de Los Poetas Muertos y Almost Famous. No podría elegir una
Si fuera un actor/actriz: Si fuera una actriz, sería Lucy Liu, que mujer más linda. Sus ojos son casi verticales y tiene una voz preciosa. Si fuera un hombre, sería Edgard Norton: estiloso, no tan guapo como interesante y con mucho carácter.
Si fuera una carrera profesional: Periodista, 100%. Está en mi ADN
Si fuera un país: Me gustan mucho Austria, Hungría y Rusia. Quiero conocerlos algún día.
Si fuera un sentimiento: Amistad. Creo que junto con el amor, es de los sentimientos más poderosos y fuertes que unen a las personas.
Si fuera una virtud: Inteligencia y generosidad, son las virtudes que más valoro en las personas.
Si fuera un defecto: Soberbia, por lejos. Es mi defecto favorito, llevo años practicándolo, jajajaja.
Si fuera un personaje histórico: Siempre me ha gustado la figura de Inés de Suárez, española que acompañó a los conquistadores en la pacificación de Chile, y que luchó codo a codo con ellos. Fue amante de Pedro de Valdivia, y no trepidaba en cortar cabezas de indígenas y clavarlos en lanzas para ahuyentarlos. Todo un paradigma de virtud, jajaja.
Si fuera un artista/banda: Jorge Drexler, con sus letras certeras, su romanticismo sin edulcorantes artificiales y su lucidez social y sociológica.
Si fuera una obra de arte: El Nacimiento de Venus, de Botticelli. Empezando, por ser pelirroja como su protagonista, y en segundo lugar, porque me parece maravilloso que el paradigma renacentista de belleza fuera una mujer curvilínea, rellenita si se quiere, pero llena de belleza y de actitud.
Si fuera un libro: La Hija del caníbal, de Rosa Montero. Me encanta esta escritora española, con sus novelas que por sobre la trama, hablan de las personas, de sus miedos y esperanzas.

jueves, 17 de mayo de 2007

Seis meses en mi infierno personal

Todo es subjetivo, y el infierno también. Me acuerdo de una película muy tonta: Bill y Ted, los sementales salvajes (donde actuaba un insufriblemente joven Keanu Reeves), donde se planteaba que al morir, si habías sido malo, ibas a tu infierno personal: es decir, estabas toda la eternidad con tus peores miedos, con la gente que más odiabas o en situaciones que para ti eran desagradables.
Y bueno, sin necesidad de morirme, ni de ser demasiado mala, estuve 6 meses en mi infierno personal. Trabajé casi tres años en un portal de Internet, y por cosas del destino y movidas de gente, los seis últimos meses de ese trabajo los pasé como productora de fotos.
El título suena glamoroso, pero en la práctica, mi pega consistía en contactar a modelos conocidas para que hicieran sesiones de fotos, conseguirme ropa interior y trajes de baño prestados, y un lugar apropiado para hacer las fotos, todo “for free”.
Además, debía asistir a las sesiones de fotos y dirigir el cuento, pero también tenía que ir al supermercado el día antes a comprar el catering, o colación para el equipo. Cuento corto, dos veces a la semana arrastraba bolsas gigantescas de jamó de pavo (las modelos no comen de otro, porque ese tiene menos grasa), bebidas Light, pan con biosal (el sodio retiene líquido) y galletas y cosas normales para el resto del equipo.
Además, debía cargar con dos maletas de esas gigantes y con ruedas, llenas de tules, velos, flores de plástico y miles de accesorios para adornar las fotos.
Además, en las sesiones tenía que hacerle los sándwich a las modelos, traerles sus zapatos y ropa para que se cambiaran, y andar todo el rato detrás de ella para que no ensuciaran la ropa con el maquillaje y para que no dejaran todo tirado como es su costumbre.
Mención a parte merece el cuidado de la ropa interior, porque había que devolverla impoluta, cosa absolutamente complicada en el caso de los colaless, como podrán imaginarse. Sólo diré que más de una vez me tocó lavar calzones usados por modelos.
A la mayoría de las chicas famosas que salen en la TV (onda Coré López, Amalia Granata, Gisela Molinero, por nombrar algunas) me tocó verlas con poquísima ropa, porque como es parte de su trabajo, la mayoría (no todas, hagamos justicia), se cambian de ropa sin tomar muchos resguardos para que no las vean. Eso se incrementa con que a veces, sacando fotos en el medio de la nada, no puedes contar con baños o cosas como esa para el cambio de ropa.
Para colmo, como a estas chicas les conviene salir en sesiones de fotos, muchas me llamaban para pedirme una sesión. Una vez iba en el metro y suena mi celular. Contesté y del otro lado me dijeron “Hola, soy la Carlita Ochoa”. Plop!
¿Se les ocurre algo más lejano a una pega normal?
A mi favor debo decir que odio la frivolidad del mundo de las modelos, soy lo menos farandulera que hay, y me enteré de la existencia de modelos supuestamente muy conocidas el día en que me tocó hacerles una producción de fotos. Odio andar cargada y con paquetes por la vida, y en cuanto al cuidado personal soy bastante relajada, porque creo que la belleza no es algo objetivo sino que una actitud. Odio hacerles sandwiches a modelos, y no estudié cinco años en la universidad más prestigiosa de Chile en mi área para andar acarreando zapatos de taco alto de un lado para otro.
Sé que para muchos de mis colegas (sobre todo los varones) habría sido una pega ideal, pero no para mí.
Lo pasé mal esos seis meses, busqué otro trabajo desde el primer día, y cuando encontré uno que me convenciera, seis meses después, me mandé a cambiar sin pensarlo dos veces. El día que renuncié destapé una champaña con mis mejores amigos, la que tenía guardada hace meses para celebrar mi renuncia.
Me acordé de esto porque hace poco cumplí seis meses en mi nueva pega, a la que me cambié después de mis seis meses en el infierno, y es increíble cómo sucesos que ocurrieron hace seis meses pueden parecer tan lejanos, tan atrás en el tiempo, tan ocurridos hace miles de años.

lunes, 14 de mayo de 2007

La loca que habla sola

Debo confesar un pecado de la modernidad y de la tecnología al que me he hecho adicta: el manos libres del celular.
Lo malo es que yo no manejo, sino que lo uso mientras camino por la calle. Es que se escucha mucho mejor que con el parlantito clásico, dada la cantidad de autos, gente y motos que circulan por la capital (las micros ya no son problema, caso no hay), así que ahí me tienen, por la ciudad, hablando sola, gesticulando con las manos mientras camino, convertida en la loca que habla sola.
Lla gente me mira por un segundo como diciendo “pobre niñita, debe estar bien loca”….ayer hablaba con un amigo y justo me tocó rojo en el semáforo, así que me quedé parada en una esquina junto a un grupo de gente, justo cuando mi amigo me dijo algo gracioso y yo me puse a reír. Todo el mundo se dio vuelta y me miró con cara de “la loquita que se ríe sola”. Todo mal.
De todos modos, no pretendo renunciar al chiche tecnológico sólo porque me miren con cara de loca en la calle, más que mal, se escucha mucho mejor que teniendo el celular pegado al oído.

miércoles, 9 de mayo de 2007

Corazón con alusa

Como muchos de ustedes sabrán, soy fanática de la cocina, las cosas limpias y ordenadas, y por lo tanto, el papel alusa (ese plastiquito con el que se cubren las cosas antes de meterlas al refri) es como mi estandarte de batalla.
Y es una tontera, pero creo que ese tipo de cosas revela mucho de las personas. En fin, el asunto es que hace un tiempo conocí a alguien, que es uno de esos tipos que yo preguntaba dónde están en el post anterior.
Bueno, salimos un par de veces, conversamos mucho, tomamos vino, nos dimos algunos besos, hasta que después de un par de semanas me invitó a su casa. Llegamos, y quedé impresionada: su departamento era tal cual como el que yo me hubiera comprado si hubiera tenido más plata: una vista exquisita, ventanales amplios sin cortinas, muebles muy modernos, buena iluminación, del mejor gusto. Después descubrí que tenía unas preciosas tacitas de café ( "ay! ¿pero quien no tiene tazas de café?" me dijo, modesto, cuando le comenté que me parecía perfecto que se preocupara de todos esos detalles), y todo estaba lleno de pequeños objetos que denotaban preocupación.
Me dijo que en su refrigerador tenía unas cositas para picar, y que porfa las fuera a buscar yo mientras él traía un vino. Siempre es un acto de impudicia abrir el refrigerador de otra persona, porque es como ver su alma: sabes qué le gusta, qué estilo de vida tiene y en último término, cómo se para ante la vida: es super distinto encontrarse con un surtido de verduras y cosas rápidas para cocinar a las visitas inesperadas, que hallar cerveza al por mayor, trozos de pizza de data indeterminada y una manzana podrida.
Entonces sucedió: ahí estaban, unas aceitunas, jamón y algo de queso, todo en pocillos independientes y cubierto con papel alusa. No podía creerlo! Si había una señal de que él era el correcto, era esa.
En fin, volví con los pocillos, nos tomamos el vino, seguimos conversando y ya era demasiado tarde así que me despedí y me fui, después de que me diera mi beso y me hiciera la pregunta de rigor de cuándo nos veríamos de nuevo.
Yo creía que todo iba perfecto, pero la cosa no funcionó. Si alguien no te llama, no te escribe y con suerte te dice “hola, como estás?” por MSN, lo mas seguro es que no pase nada de nada.
¿Será que tiene el corazón con alusa? ¿Se lo había plastificado para no involucrarse ni conmigo ni con nadie? Porque claro, un joven profesional exitoso, estudiando y con un futuro brillante suele tener mucho que perder si se desenfoca de todo eso por una relación, pero también tiene mucho que ganar, creo yo.
Parece que ahora se me dio vuelta la tortilla y me encontré con alguien que no está en la parada de tener nada, con nadie, es decir, igual que yo misma hace algunos meses. Nada que hacer, tiendo a no enrollarme cuando las cosas no van como esperaba, así que como decían en un programa gringo, tan malo como entretenido: Next!