jueves, 11 de septiembre de 2008

La liquidación

Claro que es una reducción un poco injusta, pero de todas maneras me pareció un concepto interesante.
Rodeadas de gente de la nobleza informática santiaguina, en el lanzamiento de un nuevo sitio de web 2.0, sentada con mi amiga que logró ponerme en la lista gracias a sus influencias sociales de las que yo carezco por completo, comiendo y tomando en la mejor modalidad (rico y gratis), iniciamos la conversa.
-Tengo un amigo que me dijo que él cree que buscar pareja a estas alturas de la vida es como ir a una liquidación de temporada- me dijo ella.
-¿Cómo así?- le contesté, sosteniendo el vaso perfectamente congelado de la mejor caipiroska que he tomado este año.
-Claro, porque sólo quedan los saldos y las devoluciones.
-Jajajaja, ya te entiendo.
-Si pues, los saldos son los tipos que nadie quiere, los que nunca se han emparejado o están sospechosamente solteros, y por eso uno empieza a preguntarse “qué tiene este tipo que no tiene pareja”.
-Ajá- le dije yo, dándole vueltas al asunto.
-Y las devoluciones, claro, separados o saliendo de relaciones largas…
Y claro, más cerca de los 30 que de los 20, obviamente uno se topa cada vez más a menudo con separados (algunos con hijos) y con aquellos especimenes que despiertan nuestras sospechas por encontrarse aún solteros.
Terminó el evento, y cada una se fue a su casa, pero el tema de la liquidación me quedó como un eco en la cabeza.
Quizás porque estoy en una etapa optimista, me acordé de mi abrigo color chocolate, maravilloso, de corte perfecto y justo de mi talla, que me compré a nueve lucas (y que tenía cosidos todos sus botones) en una liquidación hace un par de años, lo que sin desmentir del todo la teoría del amigo de mi amiga, le pone matices: Igual uno puede encontrar algo perfecto en la liquidación, porque quizás alguien lo devolvió porque no le gustaba ni le quedaba bien pero es perfecto para uno, o porque al final del cerro de cosas de la temporada pasada, estaba ese saldo radiante en el que ninguna otra compradora había reparado.
Así que mi moraleja es la siguiente: si buscar pareja es una liquidación, entonces habrá que hacerse el ánimo para hurgar en los percheros y revolver los canastos hasta el fondo.