jueves, 27 de diciembre de 2007

Adiós a la vieja chica

-¿Sabes lo que pasa? Que tú eres como una vieja chica.
Me disparó a quemarropa. Era el asado de fin de semestre del magíster, donde todos estábamos haciendo lo que no hicimos durante todo el año: compartir más, reírnos y hablar de cosas que no tuvieran que ver con el ámbito académico.
Y ahí estaba él, uno de mis compañeros, bastante afectado por el vino, diciéndome que yo estaba siempre cumpliendo, siempre siendo la responsable y enojándome con los que no daban el ancho. “La juventud es una sola y sería muy triste que te la perdieras por ser así”, fue su frase para el bronce.
Eso me dejó pensando y por supuesto, tiene toda la razón del mundo. Me he puesto demasiado así en el último tiempo, pero ya antes de su disparo a mansalva, me había propuesto recuperarme a mí misma, a la que iba al cine una vez a la semana, que se levantaba contenta y que disfrutaba de las cosas simples, a la que caminaba por Lastarria buscando un café nuevo para entrar a mirar la carta, a la que tenía siempre tiempo para las amigas, la familia y el blog, y para salir con uno que otro exponente del sexo opuesto, poniendo en práctica aquello de “no llueve pero gotea”.
Dejé de hacer todas o muchas de esas cosas durante los últimos meses de este año, pero la decisión ya está tomada: El 2008 será un año para mí, para mi felicidad, y aunque el estudio, el trabajo y las levantadas temprano para estudiar los fines de semana seguirán siendo parte de mi realidad, también le dejaré espacio a todo lo demás.