miércoles, 12 de agosto de 2009

Aún tenemos patria, ciudadanas!

A veces siento que aún tengo 13 años, y que soy la gordita simpática y estudiosa con la que todos conversan y se ríen, pero que ningún compañero de cuso ha invitado –ni invitaría- a tomarse un helado después de clases, en el sumum adolescente de la invitación romántica, que seguramente termina con un piquito de despedida antes de subirse a la micro.

¿Será una cosa de autoestima? Nunca me he sentido fea (o al menos desde que bajé gran parte de los kilos que tenía de más), pero sé que tampoco soy una belleza sideral de esas que deja sin aliento. Inteligente soy, sin duda, pero he descubierto con el paso de los años que no es una cualidad que le agregue demasiado valor a uno, en esto que podríamos llamar el mercado de las relaciones de pareja.

Digo, para mí es importante estar con alguien inteligente, que tenga tema de conversación, que sea divertido y chispeante y con quien sienta que al conversar, el tiempo vuela. Pero parece que para ellos eso no es tan vital. Lo he observado últimamente, al enterarme que dos candidatos que estaban en mi lista de “posibles conquistas”, y que por lo mismo, consideraba entre otras cosas inteligentes, se emparejaron con la típica chica que, sin mirar en menos, destaca más por esa belleza sideral que deja sin aliento que por la inteligencia divertida y chispeante.

Tal como a mis 13, el chico guapo y divertido invitó a tomar un helado a la más linda del curso, y le contó sus planes a la amiga gordita, simpática e inteligente, para la que ni siquiera había espacio para un triángulo amoroso, a lo serie de TV de preparatoria gringa.

Un tema recurrente de este blog ha sido ese: ¿Cómo encontramos nosotras, las chicas 2.0 –inteligentes, independientes, claras y resueltas- a chicos que valoren esas cosas y no se encandilen solamente por un cuerpo perfecto? Sé que los hay –o al menos, me lo imagino-, tal como me imaginaba a los 13 años que alguien iba a invitarme un helado después de clases, cosa que finalmente sí terminó sucediendo.

Entonces –espero!- aún tenemos patria, ciudadanas!