miércoles, 1 de abril de 2009

La silla musical

Viernes en la noche, la despedida de una amiga que volvía a Buenos Aires a terminar su maestría. Todos comía, conversaban y se reían, pero yo me quedé helada, pensando en lo que acababa de escuchar.
Una de las asistentes al malón-despedida fue mi compañera de Universidad, que era linda, simpática, inteligente y coqueta, ese tipo de chica que uno se extraña de que esté sin pareja. Acababa de terminar una relación de varios años, y aún andaba algo pesimista por la vida, pero me sorprendió lo lúcido y terrible de su diagnóstico de la situación de las solteras que rozan los 30.
-Como que me entró el pánico- me confesó
-Por qué?
-Mira, por una parte está la gente emparejada, casada y/o con guagua, que ya se armó la vida y salió de las pistas, y por otro lado estamos nosotros, todos los solteros, que seguimos buscando pareja.
-Claro, es más o menos así como funciona-le dije-...nadie busca pareja en el otro lado.
-Sip, pero estoy cachando que para los solteros esta cuestión es como la silla musical: uno sale, pincha, coquetea y busca a alguien, mientras está sonando la música, cachai? Y me da terror que en cualquier momento la canción deje de sonar, todos ya estén emparejados y sea yo la que me quede sin silla.
-Uf!.... en todo caso hay algo de cierto en eso
-Sí pues, si era un trauma en los cumpleaños de cabros chicos cuando uno se quedaba parada en este jueguito, imagínate ahora. Por eso me bajó la ansiedad, porque igual quiero una familia, hijos y todo eso
-Claro, pero igual no hay nada menos sexy que el olor a desesperación, querida, es lo menos atractivo que hay
-Si lo sé, pero te juro que me bajó la desesperación, en mala. Si pudiera venir una adivina con su bola mágica, y asegurarme que en dos años más –o tres, o cinco- va a aparecer alguien y voy a estar emparejada, de más que me relajo y disfruto mi soltería, pero te juro que ahora no puedo.
-Sip, te entiendo.
Con la copa de mango sour en la mano, y dándole vuelta al diagnóstico de la silla musical, decidí que lo mejor era irme. Era tarde, andaba a pata y ya había escuchado suficiente, sobre todo, en el contexto de mi nueva actitud de no estresarme por nada y no ponerle presión al tema sentimental, que según sigo creyendo, es algo que llega cuando tiene que llegar….igual que el final de la canción en las sillitas musicales.