martes, 9 de agosto de 2011

Pareja normal

El ruido del ascensor me despertó. Deben haber sido las 3 o 4 de la mañana, porque estaba oscuro, pero yo tenía la sensación de haber dormido algunas horas.

Me desperté porque desde que vivo en la casa de mis papás, no estoy acostumbrada a escuchar el ruido de ascensores a medianoche, y me asusté un poco. ¿Dónde estaba?

A media luz, la pieza me pareció un poco rara. En primer lugar, por la ubicación y los cuadros, y en segundo lugar, por la TV de 32 pulgadas que vi frente a la cama, que además era de dos plazas...la mía es de una y media.

“Yo no tengo tele, ¿Dónde estoy?”, pensé.

Pero al mirar hacia la derecha me di cuenta delo que pasaba, cuando vi su perfil dibujado contra la ventana. Dormía de espaldas a mi lado, y pese a la oscuridad, pude ver la silueta de su frente, su nariz y sus labios.

El rucio está conmigo! Llegó ayer, y nos vinimos directo del aeropuerto al departamento que arrendamos juntos, cerca de Beaucheff, donde viene a trabajar por tres semanas. Está aquí, en Chile, y dentro de unas pocas horas, nos vamos a despertar juntos, a tomar desayuno y salir cada cual con rumbo a su oficina, como tantas parejas normales (esas que he envidiado durante tanto tiempo) hacen cotidianamente sin darse cuenta de la suerte que tienen.

Y por un segundo el alma me dio un vuelco, y me embargó una tremenda felicidad al darme cuenta de que todo era verdad, de que por fin él está aquí conmigo, y que si quería, podía estirar el brazo y despertarlo. Y tocarlo. Y besarlo.

Pero no lo hice. Lo dejé dormir porque de ahora en adelante, voy a poder hacerlo todos los días.

1 comentario:

Javier dijo...

AAAAWWWWWWWWWWWW

y

AAAAAAAAWWWWWWWWWWW

Yo hace unos días tuve la misma sensación pero lo único que pensaba era "estuvo bueno el carrete" =(. Te envidio, y como no hay envidia sana, te envidio insanamente.