viernes, 3 de agosto de 2012

Casi un año extrañando Los Andes



Han pasado tantas cosas en estos dos meses que no sé bien por dónde empezar. Quizá por lo menos obvio: Extraño los Andes.

En esta Europa sin cordilleras, y donde los Alpes son un mal chiste –cualquiera que haya visto los Andes entenderá por qué-, me siento un poco desnuda cuando miro el horizonte y sólo veo cielo: no hay montañas aquí.

Extraño también a mi gente, a mi familia maravillosa y a mis amigos, todos los que se han encargado de hacerme esta aventura más fácil, con sus buenos deseos y su apoyo.

Ha pasado mucho: Encontré un trabajo como ayudante en un proyecto de Ciencias Políticas de la Universidad: necesitaban a alguien que hablara español como lengua materna para trabajar con los cambios constitucionales de España entre 1945 y el 2000. Me cayó del cielo. No me hago millonaria, pero unos Euros y la experiencia bien merecen la pena.

Tenemos un departamento precioso con el rucio. Vivimos estos dos meses en su pequeño departamento de una pieza, más ajustados de lo que ambos estábamos acostumbrados. A los dos meses encontramos este, una maravilla: 2 habitaciones grandes, 2 balcones donde tengo mis plantas y mis hortalizas (mi chochera por estos días son tres enormes maravillas, que con su carita amarilla siguen al sol todos los días, unas preciosas!), un living y una cocina de tamaño decente.

La convivencia va mejor de lo que me esperaba. Quizás porque aún estamos en el período de “luna de miel”, pero todo ha salido fantástico. Cada mañana nos despertamos riendo y besándonos y nos decimos que nos amamos y queremos estar siempre juntos. Hasta las mañanas de lunes son maravillosas con el rucio al lado.

Aprobé los dos primeros semestres en la Universidad. El nivel es super alto, pero como he estudiado tanto, me ha ido bastante bien, incluso mejor de lo que me esperaba. Fue una siembra dura, pero la cosecha ha sido buena.

La hemana del rucio y sus hijos, mis sobrinitos que nacieron el día que llegué a Alemania, están super. Van a cumplir un año en un par de semanas. Son dos guaguas exquisitas, inteligentes y despiertas, aunque un poco lloronas para mi gusto. Él es un risueño de ojos cafés y ella, una princesa rubia de ojos azules como los de su madre, y como el lago de Konstanz.

Y lo mejor de todo es quizás la última noticia que he recibido en esta cadena de felicidad empezó en Septiembre del año pasado, cuando vine acá: quedé seleccionada para una práctica en la ONU, de entre miles de postulantes. Parto a Nueva York en Abril del próximo año, por 5 meses. 

El rucio me irá a visitar (aunque en realidad su sueño de deportista dominguero es hacer jogging en Central Park…), y por mientras, como hemos hecho durante todos estos meses, disfrutamos de estas juntos y de la suerte que tenemos de que todo vaya tan bien para nosotros.

Casi un año aquí, extrañando los Andes, y repitiéndome cada día que venirme de Chile fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida.

1 comentario:

Javier dijo...

Había cometido el pecado de dejar tu blog. Lo remedié.

También te extrañamos queridísima amiga, y me alegro que tu vida vaya cada día mejor.

Saludos!